Rezar

Elisa H.

No tiene que ser

un lirio azul, puede ser

una maleza en un terreno baldío,

o unas piedras pequeñas; simplemente

presta atención, luego junta

unas palabras, y no intentes

que sean elaboradas, esto no es

un concurso, sino un umbral

a la gratitud, y un silencio en el que

otra voz pueda hablar.

Mary Oliver

Cuando sea humus

Cuando sea humus.

Cuando las letras 

de mi nombre

empujen el micelio 

y lleven mensajes

cifrados

de árbol en árbol. 

Cuando la huella

de mis pensamientos

horade túneles 

para las lombrices

y mi aliento 

nutra raíces

como poemas


con qué alegría

asomará la ortiga 

a sorber el primer frío

del otoño

entre las calabazas

sedientas de sol,

con qué vigor

se hincharán las habas 

en sus fundas de felpa,

con qué abandono dirán, 

cuando estén listas:

“Ven, come, crece”.

.ff.

Terry Patten

Vivir y morir de la mano del asombro

Terry Patten, octubre 2020

Conocía a Terry Patten, amado autor, mentor y maestro para tantos, y no lo conocía.

Inspirada por la claridad de sus enseñanzas, su honestidad y su corazón casi translúcido, me acerqué a él varias veces a lo largo de los años. Primero una entrevista, luego una consulta sobre esto o aquello, propuestas de iniciativas espirituales de uno u otro tipo. Por último, la calidez del diálogo me envalentonó a pedirle el regalo de sus palabras en mi libro, y esto, también, accedió con la gracia de siempre. 

Disfruté de sus charlas; amé su último libro (“A New Republic of the Heart. An ethos for revolutionaries”); le propuse traducirlo al español, aceptó encantado; seguí con interés el experimento de cambio social que emprendió en el 2019, mientras yo intentaba el propio, a un continente de distancia. 

¿Por qué digo, entonces, que no lo conocía?

Porque a veces, el carácter más profundo de una persona emerge cuando la vida nos pone contra la pared, en una situación de todo o nada, como el diagnóstico de cáncer terminal al que se enfrentó en el día en que cumplió 70 años, el 1ro de abril de este año. 

No me sorprendió que compartiera la noticia sin medias tintas. Tranquilizó a su comunidad, asegurando que haría todo lo posible por sanarse, y seguir disfrutando del mundo y las personas que tanto amaba; compartió una sorpresa: el cese inmediato de su sensación  histórica de “no estar haciendo suficiente” (se escuchó pensar: “Si es así, si te queda poco tiempo, está bien, podés irte, hiciste un buen trabajo”). Con la misma frescura declaró que no pensaba pasarse el tiempo que le restara peleándose con su sino, y perdiéndose de vivir con asombro y gratitud cada momento.

Pasaron las semanas y los meses, y todo intento de la medicina convencional (que, de entrada, le había prometido poco) resultó infructuoso. Cuando decidió detener esos tratamientos, se sintió liberado para abrazar su vida tal y como era. Al principio, los informes llegaban en primera persona; con el agravamiento, quedaron a cargo de Deborah, su ex esposa y gran amiga. 

En las últimas semanas, junto a algunos amigos (también maestros espirituales), Terry ofreció una serie de cuatro encuentros, apropiadamente titulados “Iluminando cada oscuridad”, centrada en una mirada espiritual del vínculo con la mortalidad personal y colectiva. Como tantos, Terry proclamaba la necesidad de dar un giro radical en nuestra forma de vivir en el planeta, antes de que fuera demasiado. Su diagnóstico le dio la oportunidad de abocarse a este dilema con una comprensión nueva. 

Uno de los últimos encuentros, en el que dialogó con su amigo Craig Hamilton, lo mostró lúcido, todavía enérgico, y con una habilidad conmovedora de describir y compartir los muchos aprendizajes que trajo su incursión repentina en la impermanencia.

Comparto algunos fragmentos:  

“Al principio, leyendo sobre los viajes de otras personas con cáncer, me encontré con muchas referencias a  “a dar batalla contra el cáncer”. Enseguida supe que esa no sería mi verdad, ese ‘ego de Terry’ luchando a brazo partido contra la realidad. Convertirlo en un esfuerzo lo vuelve algo en lo que puedo tener éxito o fracasar, alista las motivaciones y los miedos más egoicos, y crea una relación equivocada con la maravilla de todo el proceso.”

“He descubierto que cada momento presenta un reto diferente. En algunos momentos se trata de hacer espacio para la incomodidad de los tratamientos y tratar de sostener la conexión con ese contexto más grande, más amplio. Y en otros momentos me siento tan vivo, tan despierto, que casi diría que es el momento más feliz de mi vida.”

“Estar más cerca de las lágrimas ha sido la medida de mi arraigo. Son lágrimas de dolor y de gratitud, y casi no se distinguen. Es un corazón roto, sí, pero también (haciendo un juego de palabras)… ¡alegre! Hay un poder ahí, curiosamente. No me siento derrumbado en esas lágrimas, me siento más disponible.”

“He estado descubriendo que en muchos momentos invoco, y no sólo casualmente, la sensación de coincidir completamente con la totalidad de la realidad, lo que David Bohm llamó “el movimiento completo”. Todo lo que cualquiera parece hacer, no es realmente separable del proceso total del mundo, y de la afirmación de la vida.”

“Siento que si puedo “morir bien”, abro esa posibilidad a los que siguen, como un color que se suma a la paleta. (…) Quiero ser una fuente de cordura y amor para otras personas, para que ellas también lo sean; que este pulso de bendición pueda reproducirse. Lo sentía así antes de mi diagnóstico de cáncer, pero ahora es como una experiencia sensorial.” 

“Ha sido también un viaje en mi relación conmigo mismo. He logrado conocerme y amarme de nuevas maneras. Atesoro mi contacto con otras personas, por supuesto, pero también me atesoro a mí mismo. Y siento una capacidad creciente de estar presente en las pequeñas cosas. Subo una colina al lado de mi casa como parte de mi rutina matutina, pero en este tiempo no he tenido fuerzas para subirla como antes, he tenido que caminar muy despacio y detenerme a descansar y recuperar el aliento. ¡El aliento! La respiración, que es tan central a mi práctica, tan cercana a mi espíritu.. Y, sin embargo, la práctica consiste en estar realmente en ese pie que está dando ese pequeño paso lentamente, y ese siguiente pie, y esa capacidad de llegar a apreciar realmente las cosas más pequeñas, y no anhelar “esto” o “aquello” extraordinario. Y ni siquiera tengo que pensarlo. Hay una manera de estar con estas lecciones sin palabras. Puedo notar las oportunidades, y participar de una manera más creativa.”

“Hay momentos -minutos- en los que la pesadez de mis síntomas o las cosas que son duras se vuelven más prominentes, y entonces el desafío es cómo volver a la intuición robusta, y bastante estable, de mi identidad real, no separada, llena de amor y felicidad, y esencialmente libre.”

Hace dos días, Terry pidió que lo llevaran al living a bailar (durante la pandemia había invitado a sus vecinos a bailar juntos, a distancia, en la vereda; costumbre que continúa hasta la fecha).

El baile duró instantes, pero dicen que la energía que suscitó fue palpable. Cuenta Deborah: “Por primera vez, desde el diagnóstico, me sentí en profunda paz.” Volvieron al cuarto haciendo un trencito.

Terry murió en su cama a las 5.30 am del sábado 30 de octubre, rodeado por sus amores.

Siguiendo los preceptos de su comunidad espiritual de origen, invitaron a acompañarlo en una vigilia de tres días, destinada a ayudar al alma a soltar el cuerpo, y a emprender su viaje. 

Comparto algunas de las sugerencias, que por cierto parecen provenir de una buena hoja de ruta para cualquier travesía:

Entrar en estado contemplativo / Albergar y expresar bondad, compasión, perdón, conciencia amorosa, buen humor / Conectarse con el vínculo presente, no con el cuerpo que se despide / Soltar cualquier idea de atadura / Confiar en una realidad más grande, ilimitada, que está ahora a cargo / Honrar el proceso, aprender de él, permitir que nos conmueva.

Seré fiel al pedido y no hablaré del espacio que deja vacío, sino de la presencia que perdura.

Así la veo: vital, luminosa, humilde, valiente. Capaz de inspirar revoluciones del corazón. 

F.F.

Primer taller abierto: Acompañar a mujeres en situación de violencia

@patwasi

Te invitamos a un primer taller, abierto y gratuito, en el que compartiremos prácticas y herramientas para acompañar a mujeres que atraviesan una situación de violencia.

El taller es virtual, tendrá lugar el 27 de mayo, de 19 a 21, y podés anotarte llenando este formulario:https://forms.gle/pyZNjMGvK4o2DrrM7

No hace falta tener experiencia previa; solo el deseo de acompañar y ayudar a mujeres que sufren abusos (o estén en riesgo de sufrirlos) de cualquier naturaleza.

Mujeres en acción busca sumar recursos comunitarios para prevenir y proteger a las mujeres de violencias y atropellos, y sembrar las semillas de una cultura de solidaridad activa con esta problemática.

En una comunidad de aliad@s, ninguna mujer está sola.

Sumate, te esperamos!

Taller de verano. Ciclo de cine. La llegada

La llegada: ¿Qué fronteras puede atravesar el amor?

Talleres de verano “El cine como espejo”: una invitación a pensar y sentir, de la mano de grandes películas de los últimos años.

En este taller nos zambulliremos en la película de ciencia ficción “La llegada” (2016), dirigida por Denis Villeneuve, y basada en el relato “La historia de tu vida”, de Ted Chiang.

Algunos de los temas que exploraremos:

  • Las distintas formas de concebir el tiempo, y sus consecuencias.
  • El rol del lenguaje en nuestra forma de ver, pensar y comprender el mundo.
  • Las razones detrás de nuestras decisiones más esenciales.
  • El poder de la escucha para atravesar fronteras.

Formato: Vía Zoom. Al finalizar, se enviará por mail la filmación y el audio del evento.

Requisito: Ver la película antes de tomar el taller. Está disponible en Netflix y Flow, entre otros canales.

Fecha: Jueves 21 de enero, de 18 a 21 (hora argentina).

Arancel: $ 1000 / U$D 12.

Informes e inscripción: info@fabianafondevila.com

 
 
 
 
 

 

Los oídos de mis oídos

Miriam Pösz

En una rama del fresno pelado 
canta la calandria,
imitando a los otros.

Busco la palabra para nombrar
esas partículas de sonido
robadas
            inventadas
                       enhebradas  
                                        propias
             síncopas  
                        sibilantes
                                      ondulantes 
                                                     puras

¿A quién escucharía cummings
cuando escribió: “ahora los oídos
de mis oídos despiertan”?

Despedido el día
la calandria se retira
a dormir al cerco
acompañada

La palabra no llega
solo el susurro del frío.
Pero entre las ramas
veo la luna
rodar.

Fabiana Fondevila

Mi Reunión

Cultivar la quietud y el asombro

Les comparto la filmación de nuestro encuentro abierto del domingo 29. Los dos temas principales que cubrimos: la necesidad de recibir al miedo, el poder transformador del asombro.

Al final, una meditación para quietar mente y cuerpo.

Que lo disfruten, seguimos cerca!

La vida que nos espera

Miriam Pösz

“Debemos estar dispuestos a soltar la vida que planeábamos, para poder recibir la vida que nos espera”, dijo el siempre lúcido Joseph Campbell.

¿Qué significa esto, para nosotr@s, en estos días?

Que nadie planificó esto, y sin embargo estamos aquí, junt@s aunque separados, viviéndolo.

Que nadie podría haberlo imaginado hace siquiera unas semanas (excepto los científicos y observadores de estos fenómenos).

Que no hay forma de resistirse a lo que está ocurriendo, y que resistirse no es solo peligros, sino poco solidario y amoroso para con los demás. La resistencia, además, siempre genera mayor sufrimiento.

¿Qué podemos hacer, en lugar de resistirnos?

Aceptar, respirar, hacer pie en los recursos internos que todos tenemos, acompañarnos un@s a otr@s de todas las maneras posibles, que no impliquen contacto ni cercanía física. Agradecer que nos tocó vivirlo en la era de las redes, los celulares y la interconectividad permanente, y hacer uso sabio de esos canales, para darnos fuerza, apoyo y buen ánimo.

Establecer y mantener un ritmo diario. El ritmo nos gobierna desde la panza de nuestras madres, y sigue ejerciendo un efecto benéfico y tranquilizador. ¿Cómo procurárnoslo? Diseñarnos una rutina que nos haga sentido: prácticas para la mañana, para la tarde, para la noche. Alternar trabajo (en casa, o donde sea) con períodos frecuentes de descanso. Intentar repetir el ciclo más o menos similar cada día (sin rigideces) para darle forma, orden y serenidad a nuestros días.

Disfrutar de las pequeñas cosas. Cocinar tranquilos, aprovechando que el tiempo es más generoso por estos días. Comer despacio y saboreando. Escuchar música, mover el cuerpo, estirarnos, agradecer que podemos hacer todo esto. Leer, subrayar, memorizar poesías. Conectar con la luz cambiante que entra por la ventana, y con las fluctuaciones de la temperatura. Si hay plantas en casa o árboles por la ventana, contemplarlos con amor, e inspirarnos en su vitalidad.

Escribir cada día cómo vamos llevando esta nueva vida, con interés y curiosidad. No solo para recordarlo (y contárselo a los nietos algún día), sino para transformar la experiencia en aprendizaje, descubrimiento y auto-descubrimiento.

Cada mañana, agradecer que tenemos un nuevo día por delante. Traiga lo que traiga ese día, estamos vivos para recibirlo, y quizás seamos un poquito más sabios por haberlo vivido.

Cada noche, agradecer que seguimos aquí, conectados con el amor que nos rodea. Enviar nuestros mejores deseos -como en la práctica de Metta- para todos aquellos que hoy tienen miedo, o angustia, o padecen la enfermedad. “Que estés bien”, pensamos en silencio. “Que tengas paz”. “Que tengas fortaleza” “Que estés sostenid@ por el amor”.

Los planes que hacemos nunca están del todo en nuestras manos, como estos días ponen en evidencia. Pero aun así, podemos elegir.

Nos deseo a todos un día de planes pequeños. Respiremos. Observemos. Movámosnos. Cuidemos a quienes están peor que nosotr@s. Y demos gracias por el privilegio de poder hacerlo.