Taller Fabiana Fondevila - Ser el cambio

SER EL CAMBIO. Prácticas para darte a luz

Taller Fabiana Fondevila - Ser el cambio

El cambio no es fácil, ni mágico, ni instantáneo, pero es quizás la señal más certera de que estamos vivos. Vivir una vida intencional es vivir cambiando; no a troche y moche, ni caprichosamente, ni por el mero desafío de cambiar, sino por ir siguiendo el rastro de los propios deseos, y plasmándolos en el mundo.

El pensador, político y luchador pacífico Mahatma Gandhi es recordado por su coherencia profunda. Pero quizás es menos conocida su facilidad para cambiar de opinión y de conductas. Una vez, había llamado a una enorme manifestación de protesta contra las autoridades coloniales del Imperio Británico, cuando le llegaron noticias de que podría haber disturbios. De inmediato suspendió el acto, contra el consejo de sus colaboradores. “Estoy comprometido con la verdad, no con la consistencia”, dijo.

A veces, nuestra forma de actuar denota un inconsciente “compromiso con la consistencia”. En otras palabras, una lealtad con nuestra historia, nuestro pasado, aquellos que siempre creímos ser (o nos dijeron que éramos). Esta lealtad nos mantiene atados a una ficción: la verdad es que nada es fijo en la naturaleza, y nosotros tampoco lo somos. Ni nuestras ideas, ni nuestras preferencias, ni nuestra personalidad permanecen inmutables.

Ahora bien, los cambios que vamos sufriendo son cíclicos, influenciados por circunstancias de todo tipo. A veces nos sumamos las modas y los dictados de las sociedades en las que vivimos; a veces cambiamos con el paso del tiempo, respondiendo a la idea que tenemos de lo que significa envejecer. No siempre elegimos en qué dirección cambiamos, ni ejercemos una decisión libre y soberana.

La propuesta de este curso es recuperar la vocación de ser nosotr@s mism@s, de reconquistar el desparpajo que conocimos de niñ@s para jugar con el mundo y torcerlo de mil y un maneras, por el solo placer de explorarlo y crear. A la vez, haremos el recorrido de la mano del adulto que también somos, eligiendo prácticas y caminos que desborden nuestra paz y alegría sobre el mundo.

El curso anual: una aventura en diez capítulos

Todos los años compartimos, con un grupo de intrépidos exploradores, un curso anual que nos desafía a probar prácticas y experiencias como quien se prueba vestidos. ¿Esto funciona para mí? ¿Esta idea resuena con mis colores y mis texturas? ¿Saca a relucir lo más auténtico de mí? ¿Me ayuda a caminar hacia quien quiero ser?

Probamos las ideas y las prácticas, las adaptamos y dejamos que obren su magia sobre nosotr@s, al calor de una entrañable tribu de almas afines.

Este año nos trae una nueva aventura: abocarnos a descubrir qué deseo aguarda ser descubierto en las profundidades de cada un@, y qué acciones, prácticas y estrategias pueden las justas y apropiadas para plasmar esa pulsión en el mundo.

Recorreremos diez módulos (de marzo hasta diciembre), guiados por sendas cualidades del alma que alimentan y propician el cambio. Como siempre, nos guiarán textos, autores e ideas innovadoras, pero más que nada, el faro será la intuición de cada un@, y la alquimia que se da al zambullirnos hondo en nuestra alma, sin defensas ni distracciones, en amorosa comunidad.

Estos son algunos de los tópicos que desarrollaremos:

El amor en acción. Qué pide el amor de nosotros, y cómo podemos crecer espiritualmente al ponerlo en el centro de nuestros vínculos, y de nuestras vidas.

La creatividad como motor. Habitualmente, nos manejamos con los niveles más superficiales del cambio: cambio a nivel del resultado, y cambio a nivel del proceso. ¿Qué magia se pone en juego cuando nos animamos al cambio a nivel de la identidad?

Los hilos invisibles. Hay emociones y estados mentales -la ansiedad, la auto-exigencia, la desvalorización, el auto-boicot- que obstruyen los caminos del cambio porque nos separan de nuestra fuente de energía y vitalidad. Pero todas ellas traen noticias de pulsiones esenciales, que vale la pena conocer.

El oro interior. La sombra es ese aspecto de nosotros mismos que no podemos o queremos reconocer como propio. Pero al zambullirnos en esas aguas, de la mano de los sueños, las visiones y la inteligencia del inconsciente, nos encontramos con reservas de claridad y energía que ni sabíamos nos habitaban. Hacia allí nos dirigiremos.

Explorar los dones. Coraje, resiliencia, empatía, humor, capacidad de liderazgo, espíritu de equipo, sentido de la justicia, templanza. Heredamos algunos de estas fortalezas de nuestros padres o antepasados, aprendimos otros con nuestras experiencias, y algunos los desarrollamos a puro tesón. Hoy sabemos que descubrir nuestros dones y amplificarlos es uno de los caminos a una vida llena de sentido. ¡Hacia allá vamos!

Las emociones esenciales. Amor, pasión, coraje, esperanza, asombro, gratitud, bondad, compasión. Expansivas por naturaleza, estas emociones son la punta de lanza de la evolución, ya que señalan el camino de auto-descubrimiento que fogonea el Viaje del héroe. Cultivarlas nos recuerda quienes verdaderamente somos.

La llegada es la partida. Así llegaremos al final del viaje, que siempre marca un nuevo comienzo. Y recogeremos las migas del camino recorrido: ¿qué aprendimos? ¿qué conquistamos? ¿qué descubrimos? ¿qué queda por explorar? En esto consistirá la última escala: observar los cambios y novedades, para afianzarlos, hacerlos propios, y seguir camino con herramientas y vistas nuevas.

Algunas de las prácticas que incluiremos:

Meditaciones, arteterapia, escritura, reflexión, diálogo profundo, trabajo en díadas y en en grupos, contemplación e intimidad con la naturaleza.

Aquí, algunos testimonios de alumn@s que participaron de cursos anteriores. Todos ellos son hoy amig@s entrañables, y compañer@s de camino.

“Espacio mágico e inspirador, desde donde es posible repensar y sentir lo sagrado de la experiencia.” Silvina Aidenbaum

“Los talleres de Fabi están llenos de diversión, encuentros, autoconocimiento, sabiduría, tés de yuyos, apertura del corazón y, de vez en cuando, un atisbo que nos devuelve a la alegría de estar vivos.” Ana Battaglia

“Un espacio donde puedo pensarme y pensar la vida de nuevo, o una vez más, desde otros ángulos; escuchar y ser escuchada, donde me siento mirada con buenos ojos, donde mi alma se puede desplegar sin miedo.” Inés Garland

“Un espacio donde habitar nuestro Ser se convierte en una de las experiencias más maravillosas.” Andrea Genisetto

“Cruzarme con Fabiana me ayudó a ponerle intención a lo cotidiano -la naturaleza, los vínculos, el día a día, el arte, los ritos, los sueños, la sombra, la alquimia- para conectar con lo sagrado desde mi humanidad más absoluta.” Paula Cardeneau

¡Que el 2020 sea el año de tu transformación!

Formato: Hoy, temporariamente, virtual. Las clases se filman y comparten, junto con el material escrito, de modo que la clase puede verse cuando resulte más conveniente. También se puede reponer un encuentro en otro horario.

Frecuencia: semanal.

Opciones de día y hora: Miércoles, a las 10, o a las 19 / Viernes, a las 17 / Sábado, a las 17.

Retribución: $ 2500 por mes / U$D 45.

Inscripción y consultas: info@fabianafondevila.com

Aquí, dos testimonios de quienes tomaron cursos online este verano:

“Aprendí a honrar la vida y sus procesos, el mío propio en especial. A celebrar lo simple, sencillo y sutil de cada instante, a percibir la Naturaleza que está dentro mío y a mi alrededor, a sacralizar lo cotidiano. A re-significar los vínculos, a encontrar gente maravillosa, almas afines, encantadoras, con quienes compartir estas vivencias. Y por sobre todo, aprendí a desplegar y abrir el corazón, cultivando y dando espacio a esas emociones esenciales que nos conectan con nuestra hondura más profunda… La radiancia de Fabi inspira, contagia y envuelve, y es un privilegio y un regalo que atesoro en mi corazón.” Sonia Dussel

“Maravillosa la experiencia de compartir este camino de búsqueda y encuentro con uno mismo. (Los talleres) me ayudaron a conocer a una Lía real, que estaba muy escondida. Gracias de corazón!” Lía Carlini

“Hermoso empezar el año con una experiencia tan interesante de la mano, la mente y el corazón de Fabi. Con mucha amabilidad, gratitud, profesionalismo, dulzura y capacidad nos fue ayudando a diseñar el año de nuestras vidas 2020. Y aprendí (lo intento), a empezar antes de estar lista. ¡Sí, como escucharon! El formato online que se utiliza en el taller es fantástico, divertido, cómodo, cálido ( a pesar de la pantalla Fabi la traspasa y entra al lugar donde estés con sus palabras, dinámica, ternura y calma. Si tenés la posibilidad de hacerlo, no lo dudes.” Sessé Tiraboschi

Sessé Tiraboschi

Cultivar las emociones expansivas

Bill Pennell

Si el invierno es un período para la reflexión y la incubación, el verano es un momento para conectarnos con el afuera. ¿Qué afuera? La naturaleza, la ciudad, los otros, el cielo y sus geografías cambiantes. Pero, también, para dejar salir lo que está adentro. Es tiempo de actos de osadía, de confesiones, de concreciones.

Con la vida que llevamos, esto no siempre se produce espontáneamente. Puede que las preocupaciones nos obturen la alegría, que la ansiedad nos aplaste la inspiración o que el cansancio le gane la batalla al entusiasmo. Pero he aquí la buena noticia: las emociones expansivas son cultivables, y altamente contagiosas!

En este taller virtual unitario, exploraremos cuatro de ellas:

El asombro / El entusiasmo / La inspiración / La esperanza

¿Cómo? Buscándolas en nuestra propia experiencia, aprendiendo sus cualidades específicas y aplicando prácticas diseñadas para despertarlas. Las emociones expansivas afectan positivamente nuestra salud, nos ayudan a pensar más claramente y nos conectan con los demás, pero más allá de todos esto, el bienestar que nos producen hace que sean su propia recompensa.

Cuándo: jueves 6 de febrero, a las 19.

Formato: virtual. Es posible hacerlo en diferido, ya que la clase se filma, y se entrega material complementario.

Retribución: $ 600. Si se toma, además, el taller “La cueva que temes” (de igual retribución), se abona $ 1000 por los dos encuentros. Para participar, por favor abonar antes del 5/2. Si esto fuera un problema, lo conversamos.

Inscripción: info@fabianafondevila.com

Para quienes viven fuera de la Argentina:
https://www.eventbrite.com.ar/e/cultivar-las-emociones-expansivas-tickets-92583071459

Lo esencial es visible a los ojos y está en todas partes

Foto: Alejandra López

Por Carolina Cattaneo. Ilustraciones: Maite Ortiz

Las nubes se corrieron y el sol reaparece con prepotencia en Buenos Aires, después de veinte días ininterrumpidos de lluvia. Son las nueve de la mañana de un viernes de otoño, Fabiana Fondevila no quiere desaprovechar esos rayos tibios y elige dar la entrevista telefónica desde su jardín, un espacio verde despeinado por la belleza de enredaderas salvajes, hierbas aromáticas y plantas medicinales y comestibles. Es probable que esta mañana su casa –donde habitan sus dos hijos y su marido, libros e instrumentos musicales– huela, como muy habitualmente, a pan casero. Ese aroma se puede percibir al otro lado de la línea con apenas un poco de intuición: conocemos a Fabiana Fondevila; ella escribe para Sophia desde hace siete años. Las lectoras la conocen a través de sus notas y nosotras, por la cercanía cotidiana. Periodista de raza (cubrió acontecimientos históricos y entrevistó a personalidades como Ray Bradbury o Susan Sontag), Fabiana es exploradora de la inteligencia vincular y de lo sagrado cotidiano, guía de talleres en los que invita a acercarse íntimamente a las emociones y escritora. Su último libro, Donde vive el asombro. Prácticas para cultivar lo sagrado en la vida cotidiana (Random House Mondadori, 2018), es la razón por la que deja por un rato su rol habitual y ocupa esta vez el espacio de entrevistada.

Instrucciones para vivir la vida:

Prestar atención.

Rendirse al asombro.

Contarlo.

Un poema, en este caso de Mary Oliver, da comienzo al libro. No es casual. Fabiana Fondevila suele empezar y cerrar con lecturas poéticas los encuentros que promueve, como si buscara recurrir, con ese rito, a un halo sutil que envuelva a las personas que la acompañan y haga que se sientan una y, a la vez, parte de un todo mayor. Como una clase de plantas nativas o un taller sobre el mito del viaje de la heroína, así también empieza su libro.

El viaje del héroe, una película más grande

“El pico visionario” es una de las estaciones de Donde vive el asombro… Sus páginas ayudan a comprender, desde una mirada mítica, que “el camino que llevamos recorrido es mucho más que un hilván de sucesos azarosos”, y que si subiéramos a la cima de una montaña y viéramos nuestra vida desde arriba, veríamos “hasta el más arduo de nuestros problemas como una figura más de nuestro teatro de sombras”. El viaje del héroe es, como los carteles al costado de una ruta, el relato que Fabiana Fondevila eligió para guiar al lector en esta estación del mapa. “El viaje del héroe está inscripto en una mirada mayor, que es la mirada mítica. Es una explicación, un término que utiliza Joseph Campbell, para hablar de un gran mito que subyace a todos los mitos. Campbell encontró que los mitos de las distintas culturas contaban la misma historia: que la vida de todo ser humano es un camino que consiste en dejar el hogar, sortear dificultades, matar al dragón, encontrar un tesoro y regresar a casa con él. Es la historia de la evolución humana y representa los pasos que atravesamos para convertirnos en quienes somos realmente, en una versión auténtica de nosotros mismos”, dice la autora, y evoca un fragmento de Campbell que ella describe como “hermoso”. Es aquel en el que el mitólogo estadounidense dice: “Ni siquiera el camino es desconocido, miles de héroes lo han transitado antes que vos. El camino está cartografiado, y donde pensabas que te encontrarías con el demonio, te encontrarás con un Dios. Y cuando pensabas que matarías al dragón, te matarás a ti mismo”. Fabiana Fondevila interpreta el mito del viaje del héroe como un mapa en sí mismo, que cuenta de qué se trata la vida. “Un ejemplo cotidiano: te vas de tu casa cuando te emancipás, y eso es un flor de dragón, es un desafío que debés superar y del que tenés que salir airoso: es necesario que encuentres un trabajo y te ganes la vida. Quizá formes una pareja y tengas hijos; después vas a envejecer y morir. Todo eso tenés que poder enfrentarlo. Esto requiere un continente mayor que las pequeñas fuerzas personales, una dimensión mítica y sagrada que te cuente una película más grande y que haga lugar al misterio”.

Donde vive el asombro. Prácticas para cultivar lo sagrado en la vida cotidiana está organizado en capítulos que, en realidad, la autora eligió llamar “estaciones”. Cada una busca, con abundante base teórica y propuestas vivenciales, “restaurar las cualidades del corazón que nos ayudan a ver, apreciar y celebrar lo sagrado en los pequeños sucesos de cada día, y a través de ellos, la vida misma”. Con preguntas y respuestas, nos dejamos guiar por ese mapa y recorremos con ella sus estaciones.

–Partamos de la primera parte del título de tu libro. ¿Qué es el asombro? 

–El asombro es una emoción y también es una virtud que nos conecta de inmediato con lo trascendente. Aparece cuando estamos en presencia de algo tan vasto, tan grande en número, tamaño o dimensión, que no lo podemos comprender ni abarcar. Puede ocurrir espontáneamente con escenas de la naturaleza: ante un cielo estrellado, una catarata, una montaña, el océano. En esos momentos, el pensamiento se suspende y el pequeño yo que vive recordando o anticipándose, preocupándose, tironeado por la sucesión de hechos que conforman nuestra vida, se disuelve. Al estar en contacto directo con el misterio, nos salimos del tiempo y permanecemos en un puro presente. La percepción paradójica es que nos sentimos diminutos ante la inmensidad que estamos presenciando, y a la vez infinitos, porque formamos parte de eso que vemos.

–La segunda parte del título de tu libro es “Prácticas cotidianas para cultivar lo sagrado en la vida cotidiana”. ¿Dónde se encuentran el asombro y lo sagrado?

–El asombro es una de las emociones que nos produce lo sagrado, al igual que la gratitud, la alegría, la inspiración, la compasión. Porque lo sagrado es la percepción de lo más importante, de lo más valioso, de lo esencial. Y eso, que es importante y valioso para cada uno, nos conmueve. Entonces, el camino es doble: nos dejamos atravesar por el asombro que se nos presenta por sí solo, y lo buscamos con conciencia e intención, para recordarnos a nosotros mismos que vivimos en un mundo permeado por lo sagrado.

–Es difícil definir “lo sagrado”. 

–Sí, porque no es un concepto intelectual, es una vivencia y cada uno la reconoce cuando la siente, y después le cuesta ponerla en palabras. Hablamos de lo numinoso y lo numinoso es inefable; las palabras son el dedo que apunta a la luna. Puede costarnos explicarlo o definirlo, pero en la vivencia no hay dudas. Y no hace falta que se trate de vivencias solemnes ni grandilocuentes. Lo sagrado es la sensación de la importancia última que no se puede catalogar ni dividir en pedacitos, de algo que es maravilloso y misterioso y no se puede explicar.

–En el libro te referís a dos movimientos de conexión con lo espiritual, y decís que es bueno que ambos se complementen y enriquezcan mutuamente. ¿De qué se tratan?

–De cómo nos hemos comunicado con lo sagrado, con lo divino, con lo espiritual, desde el comienzo de los tiempos. Platón ya hablaba de esto como “dos corrientes de energía divina”. Una corriente –la ascendente, o trascendente– se interesa por la fuente única e impersonal, que dio nacimiento a las múltiples formas. Esa es la versión de las religiones, más puntualmente las monoteístas. El vínculo devocional es con esa fuente, no tanto con sus manifestaciones aquí en la Tierra. La fuente, al no estar encarnada, es una, no es múltiple, no hay matices. Entonces, si yo quiero ir ahí, una vía son los rezos que se dirigen a esa fuente y le agradecen, le imploran o le piden perdón. Otra vía es ir a buscar el silencio dentro de uno. A esta primera corriente no le interesan tanto las formas y manifestaciones, “la Creación”, en términos religiosos, sino la fuente misma, que no tiene forma, género ni características; es el “más allá”.

–¿Y en qué consiste la forma descendente de espiritualidad?

–A esta versión le interesa el “más acá”, las muchas formas en que se expresa la fuente en la Tierra, cómo se despliega acá. Las tradiciones de sabiduría que adoptan esta visión son más antiguas; son las culturas paganas, chamánicas, matriarcales, en las que la atención está centrada en las manifestaciones de la fuente. Cada una pone su énfasis en distintas expresiones: algunas lo ponen en las plantas, otras en los animales. Esto lo describe muy bien Joseph Campbell: las culturas agricultoras encontraban a los dioses encarnados en sus labores diarias, había dioses de la siembra y de la cosecha. Esta orientación lleva un sello femenino: las mujeres siempre nos hemos ocupado de los niños, los ancianos, los enfermos, los moribundos, de la comida y los quehaceres domésticos; entonces, lo sagrado no podía estar en otro lado que acá mismo, entre nosotros.

–¿Cultivar lo sagrado es una opción?

–Como es una vivencia, no se trata de si lo sagrado está o no está, como si estuviera o no presente un objeto, sino de si uno lo percibe o no lo percibe. En esencia, lo sagrado está en todas partes, pero no en todos aparece como una preocupación, una visión o siquiera una percepción. Es igual que con el amor (otro nombre para lo mismo): el amor está en todas partes, pero no se hace carne de la misma manera en todos. En estos casos, no es que no esté presente, sino que no aparece en su plena dimensión.

Entrevista a Fabiana Fondevila, autora de Donde vive el asombro
–Y cuando no hay conciencia de ello, ¿qué implicancias tiene en el ser humano?

–La consecuencia es que vivimos profanando, vivimos una vida desacralizada en el sentido de no hacer lugar para eso que es sanador, que es bello, que nos une con los demás. Se pierden de vista las cosas importantes. Cuando no se cultivan los dioses adecuados –y uso la palabra “dioses” en términos metafóricos–, aparecen dioses menos nobles. Porque como uno ansía ese alimento de todos modos (por más que lo desconozca), lo busca en lugares equivocados, y termina endiosando aspectos de la vida donde no vive lo sagrado, como la búsqueda desesperada de fama, dinero o estatus, por ejemplo. Se persiguen lamparitas de 40 vatios cuando lo que en realidad nos habita es un sol.

–Hay momentos de desesperación en la vida en los que uno no sabe qué necesita, ni siquiera sabe qué busca. Y si lo sagrado está y no lo vemos, ¿cómo se despierta esa conciencia?

–Mi sensación es que la mayor parte de la gente tiene un hambre, un anhelo, una sed, que hace que en algún lugar, aunque sea con algún desvío, lo busque y lo reconozca cuando lo atisba. En algún momento de la vida, uno reconoce aquello de “Ah, claro, de esto se trataba”, momentos de plenitud, de conexión. Creo que el campo siempre está presente. ¿Por qué nos conmueven tanto personas como Gandhi o la Madre Teresa o un Dalai Lama o ciertas situaciones? Porque algo en nosotros vivencia algo en esa latitud, porque algo en nosotros reconoce que ahí vive lo sagrado.

–¿Y cómo se despierta eso?

–Por contagio y elevación: si vas por la calle ensimismada en tu nube oscura y estás desconectada de todo, y ves a un adolescente ayudar a un ciego a cruzar la calle, o ves a dos amigas que se abrazan con emoción, cualquier situación que tenga que ver con el amor, ese momento te transporta ahí: por lo menos, en ese ratito se siente alivio. Está bastante presto, disponible, solo que la vida que llevamos no ayuda porque no lo jerarquiza. La sociedad no se esfuerza por lograrlo, vivimos encapsulados en nuestra cabeza, bastante desconectados del cuerpo, de nuestras emociones y de nuestros corazones, y, por lo tanto, de lo que nos puede tocar esa fibra.

–En el libro hablás del bypass espiritual. ¿De qué se trata?

–El bypass espiritual es un fenómeno relativamente nuevo, de nuestra era, y tiene que ver con un momento en el que la espiritualidad se puso de moda y empezó a transmitirse livianamente, como un atajo, una panacea y una solución para todo. Con tanta angustia y soledad que hay en nuestras sociedades, la gente y algunos maestros espirituales empezaron a usar la espiritualidad como un medio y no como un fin. Lo usaban para evitar entrar en contacto con los aspectos dolorosos y difíciles de la vida, cuando la verdadera espiritualidad abarca aspectos dolorosos y difíciles, y los resignifica. Uno se puede quedar con una visión de lo sagrado que involucra solo “el lado luminoso”, pero también te pone en contacto con lo sagrado la muerte de un ser querido o el momento en que te enfrentás con la posibilidad de tu propia muerte. Nunca es tan claro lo esencial como en el momento en el que se está por perder a esa persona, y a uno le cae un rayo, siente un estremecimiento. Ahí estás en contacto con los límites de la vida y con el misterio mismo.

–¿Por qué decidiste incluir el capítulo “El pantano”, que ahonda en los momentos de oscuridad? 

–El libro ofrece un mapa posible en el que cada estación es un recordatorio de alguna dimensión esencial de la vida, como en el caso de los ritos y las ceremonias. Pero no es solo un mapa de momentos o vivencias hermosas; está la sombra también, el pantano. Lo que quiere recordar ese capítulo es que eso también es parte de la vida, no es un error, y esta sos vos, con tus luces y tus sombras.

–Dedicás un capítulo a los ritos. La monja estadounidense Joan Chittister, en su libro Escuchar con el corazón”, recuerda que la escritora Christina Baldwin dice que el rito es nuestro modo de transmitir la presencia de lo sagrado. 

–El rito, nos dice Campbell, es una puesta en escena del mito; quiere decir que si el mito dice que somos seres de naturaleza espiritual, el rito va a crear una forma de traer esa espiritualidad a la vida cotidiana. Entonces, si vos en un momento del día prendés una vela, no es un acto utilitario, no cumple ningún propósito, pero encender ese fuego es un recordatorio de quién soy en verdad, de que no se trata de si soy más o menos lindo o tengo una nueva arruga: es un recordatorio de que soy un ser espiritual habitando este cuerpo, de que soy un cuerpo y a la vez más que eso. Lo que guía al rito es la intención, y eso es lo importante. Si no, caemos en cierta banalización del rito, en una mirada superficial. No hay que confundir la forma con el propósito. El rito es un acto amoroso, y si no tengo más que una vela, la pongo frente a mí, en el centro, y esa vela representará para mí lo divino y hacia ella me inclino. Es un rito igual de poderoso que estar en una catedral con cien mil personas cantando y cien mil velas ardiendo.

Ilustración de Maite Ortiz para la portada de El vergel




Estaciones de un mapa posible

“El vergel”, “El jardín secreto” y “La aldea” son tres de las “estaciones” de Donde vive el asombro... Ellas hablan de cómo las personas se vinculan con lo sagrado; en palabras de Fabiana Fondevila, “caminos transitados donde la humanidad ha encontrado reparo, sentido y profunda conexión”.



Como el musguito en la tierra

Miriam Pösz

“Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, empezaré a ser feliz desde las tres.” Esto dice el Principito al zorro, en la fábula eterna de Saint-Exupéry. Así me siento yo respecto de la primavera. Hoy celebramos su comienzo oficial, pero en lo que a mí respecta, vengo festejando desde hace más o menos un mes, cuando sentí en el aire todavía frío ese primer atisbo de jazmín. Me tomó de sorpresa, como siempre, y expulsó de mí en un instante todo pensamiento que no fuera de liso y llano júbilo.

Me da un poco de pudor escribir acerca de lo mucho que amo la primavera, porque es como admitir que uno ama al sol, a los gatitos bebés, a los regalos con moño: la respuesta que se forma en el acto es: ¿quién no? Pero el hecho de que sea un lugar común no le quita a mi amor un ápice de intensidad. Llega esta época del año -no, llega la anticipación de esta época, cuando todavía no hay un mísero brote a la vista- y se empieza a dibujar en mi alma el esbozo de una sonrisa.

Como muchos, supongo, alguna vez he fantaseado con vivir en uno de esos privilegiados rincones del planeta que no saben de chalecos ni de bufandas: vivir en solero perenne, liviana, de cara al sol. Pero quién quiere perderse la fiesta de la cita anual con los pimpollos y el verde recién nacido.

Debo decir que esta devoción tiene raíces profundas. Los griegos de la Antigüedad asociaban celebraban la primavera de la mano de Dionisos, dios de la fertilidad, el vino, la locura ritual, el éxtasis, en una fiesta en la que degustaban el vino ya madurado de la cosecha previa. Los romanos la honraban con la fiesta de Floralia, en tributo a Flora, la diosa de los jardines, que representaba la renovación del ciclo de la vida. La Europa medieval transformó estos antiguos festivales agrícolas en la fiesta de May Day, en la que trenzaban coronas florales y coronaban al rey y la reina de mayo, además de danzar en torno de un “árbol ritual”, que era en realidad un tronco con guirnaldas.

Hoy festejamos con ritos más sencillos, pero quizás no menos sentidos. En algún lugar de nuestra psiquis que aún conecta con lo instintivo, sabemos que entramos en la época de las concreciones: de tomar esa clase de canto o de baile que hace tanto nos llama, de escribir el primer capítulo de la novela, de hablar con esa persona que nos intimida, de dar pasos cortos pero seguros en dirección de los sueños que se gestaron lentamente al amparo de la tierra.

Si nos animamos a salir al mundo, una cosa es segura: no estaremos solos. Así como los pájaros que tejen sus nidos (o los estrenan), como las ramas que abren sus puños al sol, como la hiedra en el muro, como el musguito en la piedra, es hora de ser la epifanía que esperamos, es hora de reverdecer. Con o sin miedo, con o sin dudas, con viento a favor o con lluvia en contra, ¡brotemos, ya!

Miriam Pösz

El viaje del héroe, ahora online!

“El viaje del héroe” es un relato que se repite en los mitos, leyendas, obras literarias, cuentos de hadas y textos religiosos de todos los tiempos. ¿Por qué es tan omnipresente? Porque nos habla del proceso de crecimiento de las personas, de cómo llegamos de un estadio de la vida a otro, de cuáles son los desvíos del camino y de dónde podemos obtener fuerzas para cruzar los abismos que inevitablemente nos encontraremos.

Este relato fue “descubierto” y descripto por el gran mitólogo Joseph Campbell, tras analizar cientos de mitos de todas las culturas del mundo, y luego pasó a ser fuente de inspiración de escritores, cineastas y artistas de todos los rubros. Pero, sobre todo, se convirtió en un guión que nos permite comprender nuestras vidas en toda su amplitud y profundidad.

En este taller online, recorreremos las distintas etapas del Viaje, deteniéndonos en cómo se maniifestan en la vida de cada un@. Compartiremos, por un lado, las ideas centrales de este mito universal, pero nos detendremos especialmente en en las experiencias de cada participante, y veremos cómo este relato arquetípico puede ayudar a iluminarlas.

Habrá oportunidad de intercambiar con pares afines de distintas partes del mundo, y enriquecerse mutuamente en el proceso, y cada uno recibirá devoluciones personales de la facilitadora.

Los integrantes recibirán:

  • Las clases filmadas y grabadas (opción audio solo disponible).
  • Resúmenes de los contenidos teóricos.
  • Bibliografía para seguir aprendiendo.
  • Preguntas útiles para continuar explorando.

El programa

1er encuentro: Qué es el Viaje del héroe y cómo identificarlo en nuestra vida. La llamada.
2do encuentro: El cruce del umbral. Aliados y enemigos. Pruebas y tentaciones.
3er encuentro: Obtención del tesoro. Los desafíos del retorno.
4to encuentro: Integración de lo aprendido. Elaboración de los pasos a seguir, para profundizar el viaje.

Modalidad: virtual.

Día y hora: Miércoles 11, 18 y 25 de septiembre, y miércoles 2 de octubre, de 18.30 a 20.

Arancel del curso completo: $ 2200 / U$D 45.

Inscripción: Click aquí

Consultas: info@fabianafondevila.com

Una verdadera oración

Una oración verdadera

Esto escribió Ernest Hemingway, en “París era una fiesta”, a modo de aliciente para sí mismo: “Todo lo que tienes que hacer es escribir una oración verdadera. La oración más verdadera que conozcas”.

Bajo ese lema nace este taller de escritura, que se ofrece como un espacio para explorar los recuerdos, emociones, dudas y sinrazones que componen una vida. La escritura siempre ha sido un vehículo para el auto-conocimiento, pero también puede serlo para la reinvención de uno mismo, la exploración de otras vidas posibles y el relato que ayuda a cerrar y soltar.

Nos reuniremos quincenalmente a escribir con ayuda de consignas y gatillos, y a compartir las producciones de cada día. Juntos buscaremos las fortalezas y hallazgos de los textos, y propiciaremos la energía y el estilo particular de cada escritor.

“Escribe lo que te perturba, lo que te atemoriza, lo que no has estado dispuesto a compartir. Déjate abrir de cuajo”. Natalie Goldberg

La buena escritura es un premio a la persistencia, el compromiso y el coraje.

Frecuencia: quincenal

Zona: Palermo.

Arancel: $ 1500 por mes.

Facilitadora: Fabiana Fondevila, autora de “Donde vive el asombro. Prácticas para cultivar lo sagrado en la vida cotidiana” (Random House Mondadori), “Ana despierta” (ganadora del Segundo Premio Sigmar de Literatura Juvenil) y una docena de libros para niños.

Inicio: Miércoles 21 de agosto, de 19 a 21.

No se requiere experiencia previa de escritura.

Informes e inscripción: info@fabianafondevila.com.

La inteligencia incomprendida de las emociones

Miriam Pösz


Ardí de pasión. Morí de tristeza. Enloquecí de furia. Me doblegó el miedo.
Las emociones son nuestras compañeras más cotidianas: enhebran, definen y pintan con múltiples tonos el paisaje de nuestros días. Pero como transparentan las expresiones que abren, le tememos a su influjo, imaginándolas como llamaradas incontrolables que nos esclavizan y nos roban de nuestra capacidad de responder libre y racionalmente.
Las emociones son expresiones de nuestra vitalidad esencial; respuestas auténticas y orgánicas al modo en que el mundo interno y externo nos afecta.No es de sorprender. Por siglos, la filosofía y la psicología han tendido a asociar las pasiones con «bajos impulsos», apetitos y reacciones irracionales y poco dignas de la civilización que supimos procurarnos. Esta actitud de desdén nos lleva a desoír lo que sentimos, particularmente cuando se trata de emociones aflictivas -mal llamadas «negativas»- como el miedo, el enojo, la culpa, la tristeza, la frustración, el agobio, la vergüenza, los celos, la envidia. Cada una de estas emociones tiene un mensaje que aportarnos, una información valiosa acerca de qué anhelamos, qué nos importa, qué necesitamos de los demás, qué reglas son importantes para nosotros, qué pérdidas nos duelen, qué afectos queremos preservar.
En la introducción a su magnífica obra La sabiduría de las emociones, el psiquiatra argentino Norberto Levy señala: «Del mismo modo que las luces del tablero de mandos del automóvil se encienden e indican que ha subido la temperatura o queda poco combustible, cada emoción es una luz de tonalidad específica que se enciende e indica que existe un problema a resolver».
Como las emociones aflictivas nos causan sufrimiento y nos producen rechazo, hacemos cualquier cosa por ignorar esas señales, distraernos de ellas y «superarlas» rápidamente. Intentamos poner fin por decreto a nuestra tristeza, por ejemplo, y en su lugar quedamos atrapados en una vaga sensación de desánimo que nos separa del mundo y nos anestesia. Reprimimos nuestro enojo, y su energía contenida nos lleva a hacer o decir cosas que luego lamentamos.
Otras emociones -como los celos y la envidia- sufren además un fuerte repudio social. En lugar de entenderlas -en la clara definición de Levy- como el miedo de perder a un ser amado por causa de un tercero, o el recordatorio doloroso de una carencia, respectivamente, las sentimos como la encarnación del mal en nuestro seno, y las negamos. Como consecuencia, estas emociones pasan a estar «en sombra» -alejadas de nuestra conciencia-, y en lugar de sentirlas las actuamos (por ejemplo, agrediendo sin quererlo) o las proyectamos (viéndolas en otros, en vez de en nosotros mismos). Todas estas emociones pueden tener una versión patológica y distorsionada, por supuesto. Pero, en esencia, son mensajes que podemos y necesitamos atender.

Expresiones de vitalidad
La psicología no se ha puesto de acuerdo respecto de qué son las emociones y qué función cumplen. Tras examinar la gran variedad de teorías contrapuestas, el psicólogo junguiano James Hillman llegó a esta conclusión: «Hasta el momento, las emociones siguen siendo un problema con solución inefable». Pero siguiendo al terapeuta John Welwood, autor de Psicología del despertar y otras maravillas, podríamos pensarlas como expresiones de nuestra vitalidad esencial; respuestas auténticas y orgánicas al modo en que el mundo interno y externo nos afecta.
Por su propia naturaleza, las emociones son intensas y efímeras: duran en promedio unos 90 segundos. Los sentimientos, en cambio, son la huella que dejan en nosotros las emociones tras pasar por la conciencia, y son más duraderos y atenuados.
Si les damos nuestra atención, las emociones tienden a drenar por sí mismas. A veces mutan en otra emoción subyacente. Por ejemplo, el enojo puede dar lugar al miedo (o viceversa), la envidia a la tristeza, la culpa al dolor. Y también es habitual que, una vez expresadas, hasta las emociones más difíciles den lugar a una profunda sensación de alivio, y hasta de liviandad y alegría.

Cómo abordar las emociones difíciles
Abordarlas para no quedar presas de ellas, y para ayudarlas a develar sus mensajes:
– Utilizar la respiración para centrarnos, calmar el cuerpo y observar la emoción tal como se presenta. Una respiración lenta y abdominal es ideal porque aquieta al sistema simpático y disminuye la agitación.
– Explorar dónde se presenta la emoción en el cuerpo, como propone la práctica de Mindfulness. Intentar discriminar cómo la sentimos: si es una opresión, una pulsación, una contracción en alguna parte. Si tenemos miedo a que una emoción nos desborde, podemos explorarla en compañía de un familiar o un amigo, que nos pueda escuchar amorosamente y sin juicio. La vergüenza, en particular, se alivia con este íntimo compartir.
– Escribir sobre lo que sentimos, dibujarlo o expresarlo con cualquier otro medio a nuestro alcance. Aun si no tenemos habilidad para el dibujo, los colores son un buen conducto para contactar con las emociones y darles cauce.
– Bailar, caminar, correr o recurrir a alguna otra práctica que nos ayude a contactar con el cuerpo, como el yoga. Las emociones se manifiestan en el cuerpo, y es ahí donde podemos ir a su encuentro.
– Tomar las acciones necesarias. Si la emoción pide una acción, dar paso a ella una vez que la emoción drenó: poner el límite que el enojo nos pide, pedir las disculpas que la culpa requiere, tomar las medidas de protección que el miedo (razonable) nos sugiere.
– Etiquetar la emoción. Describir la emoción difícil que uno está sintiendo en una o dos palabras ayuda a aliviarla, porque interpone un mínimo de distancia entre lo que sentimos y nosotros, y nos ayuda a des-identificarnos con ella. La meditación viene enseñando esta práctica desde hace milenios, hoy la neurociencia confirma su utilidad.
Lo cierto es que, en última instancia, todas las emociones buscan -aun por medios impropios- retornar al océano de amor que es nuestra naturaleza esencial. Hay emociones que son tributarias directas de ese océano, como el asombro, la gratitud, la compasión y la alegría (a explorar en breve), pero hasta las más perturbadas de nuestras expresiones guardan el mismo secreto anhelo: ser recibidas en nuestros corazones, y transformadas.
En su poema «La casa de huéspedes», el místico Jalaluddin Rumi (Persia, siglo XIII), retrata a las emociones como visitantes que acuden a nuestra puerta cada día, y propone, sin más: “Trata a cada huésped con honor”. Así concluye el poeta su llamado, que es pura alquimia: “Sé agradecido con quien quiera que venga / Porque cada uno ha sido enviado / Como un guía del más allá.”

Fabiana Fondevila

Publicado originalmente como columna en el diario La Nación.

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