Hoy, cuando no podía hacer nada

Miriam Pösz

Hoy, cuando no podía hacer nada,
salvé a una hormiga.

Debe haber entrado con el diario de la mañana,
que todavía entregan
a aquellos que estamos guardados.

El diario de la mañana es un servicio esencial.

Yo no soy un servicio esencial.

Tengo café y libros,
y tiempo,
un jardín,
suficiente silencio para llenar cisternas.

Debe haber caminado primero
a través del diario de la mañana, como tinta en movimiento,
que toma la forma de una hormiga.

Después cruzó la computadora –caliente-
después la espalda de un almohadón.

Pequeña hormiga negra, sola,
caminando por el almohadón azul oscuro
moviéndose sin pausa, porque eso es lo que podía hacer.

Entregada afuera, en el sol,
no puede haber encontrado de nuevo su nido.
¿Qué es lo que salvé, entonces?

No se movió como si estuviera asustada,
aun caminando sobre mi mano,
que se movía a través del aire y la velocidad.

Hormiga, sola, sin compañeros,
cuyo corazón de hormiga no puedo adivinar—
¿cómo es tu vida, quería preguntar?

La levanté, la llevé afuera.

En este primer día en el que no podía hacer nada,
contribuir nada,
más allá de mantenerme alejada de mi especie,
hice esto.

Jane Hirschfield

Traducción: Fabiana Fondevila

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