Rachel Naomi Remen, oncóloga, autora y pionera del movimiento por la humanización de la medicina, ha tenido incontables oportunidades de explorar el significado de la salud y la enfermedad. Convive con la durísima Enfermedad de Crohn desde que tiene recuerdo, ha sido intervenida quirúrgicamente decenas de veces, y en el camino ha superado uno tras otro desafío. Cómo médica, empezó -como todos- intentando amoldarse a lo que se esperaba de ella: eficiencia, profesionalismo, distancia emocional. Pero su sensibilidad fue más fuerte, y pronto se dio cuenta de que esta actitud no le servía a sus pacientes, y menos aún a ella misma. Se sentía cada vez más divorciada de su tarea, más lejos de poder ayudar verdaderamente a las personas que acudían a ella.
Terminó por entender que una cosa es curar el cuerpo, y otra muy distinta ayudar a la persona a sanar. Lo primero proviene de una intervención externa, en la cual el paciente tiene poca o ninguna participación. Lo segundo apela a aquel lugar en el que la persona ya está sana, ya esta íntegra, y nunca ha dejado de serlo.
Escribió el poema que a continuación comparto en un momento oscuro de su vida. Dice hoy: “En ese entonces, deseaba que fuera cierto. Hoy, 34 años más tarde, sé que lo es. Es cierto para mí, y es cierto para todos aquellos que alguna vez han sido heridos.” Así dice:
“oh cuerpo –
por 41 años
1.573 expertos
con 14.355
años de entrenamiento combinado
no han logrado
curar
tus
heridas.
Adentro,
en lo profundo,
estoy
entera.”