Todos caemos, alguna vez, en esta confusión: creer que si uno estudia lo suficiente, lee lo suficiente, cultiva las prácticas justas y piensa los pensamientos correctos, podrá desprenderse, algún día, de sus antiguos defectos, sus dudas e inseguridades, su humilde humanidad. Los verdaderos maestros saben que no es así, y lo dicen con todas las letras. El camino de la espiritualidad no lleva a trascenderlo todo; trascenderlo todo, de hecho, se parece un poco a la muerte. No. Llegaremos al final con nuestra humanidad a cuestas. Más dócil quizás, más blanda y menos defendida, más firme allí donde hubo magullones, más habitada y genuinamente nuestra.
Pero si el camino espiritual nos depara alguna sorpresa, seguramente sea ésta que expresa el amado verso de T.S. Eliot: el misterio del fin que se parece tanto al comienzo, pero guarda en sí un mundo de diferencia.