Cae la tarde sobre el sauce de la vereda.
Torrentes de claroscuro tiñen la tela.
Pero es tan suave el trazo,
tan leve el pincel,
que la luz
solo deja estelas
a su paso.
De pronto, se acelera.
Un instante nomás y las copas ya rozan
la cabellera de la noche.
Afuera, bailan los elementos.
Adentro, suspiro,
dividida del universo
por tan simple geometría.
Yo y mis libros, mis letras,
mi torpe letanía.
Yo y mi sueño de hojas,
de estrellas, de luna fría.
Mi rostro en la ventana
se funde con las ramas.
Insólita confluencia,
¿quién lo diría?
La noche y su soledad,
tan cerca de la mía.
Fabiana Fondevila
Foto: Miriam Pösz