En el nombre del alba
y los párpados de la mañana
y la luna nómade
y la noche cuando parte.
Juro que no deshonraré
mi alma con odio,
sino que me ofreceré humildemente
como una guardiana de la naturaleza
una sanadora de la pena,
una mensajera del asombro,
una arquitecta de la paz.
En el nombre del sol y sus espejos
y del día que lo abraza
y de los velos de nube que lo cubren
y de la noche más lejana,
y del macho y de la hembra
y de las plantas rebosantes de semillas
y de las estaciones que coronan,
de la luciérnaga y la manzana.
Honraré a toda la vida
—donde sea y en cualquier forma
que se presente—en la Tierra, mi casa,
y en la mansión de las estrellas.
Diane Ackerman
Traducción: Fabiana Fondevila