Un manifiesto es una declaración de principios, y su ámbito natural es la política, el arte, los movimientos ideológicos de cualquier tipo. En ese sentido, este manifiesto es diferente. Más que declarar, busca recordar; más que dividir, procura sumar; más que enarbolar, quiere celebrar.

Es probable que cambie con el tiempo, como cambia siempre nuestra forma de entender la vida a medida que la vamos viviendo. Pero sospecho que las emociones centrales seguirán en pie. No puedo imaginar algo que venga a superar la gratitud, la lucha por la inclusión, el amor por la naturaleza, o el asombro en todas sus formas.

Los invito a sumar, en los comentarios, sus propias síntesis de todo aquello que hace que valga la pena estar vivos. O, mejor aún, de esas pequeñas grandes cosas que nos recuerdan que lo estamos.