Hazrat Inayat Khan (1882-1927) fue un maestro espiritual musulmán que fundó el movimiento “Sufismo Universal”, con el fin de difundir esta rama mística del islamismo en Occidente. El sufismo es conocido entre las tradiciones como “El camino del corazón”, y la prédica de Inayat Khan se basaba principalmente en el amor, la paz, la armonía, la libertad, y la defensa de la tolerancia religiosa. También divulgó la música devota del Islam, a la que consideraba un medio de excelencia para el desarrollo del espíritu.
En el fragmento que sigue, Inayat Khan define el precepto central de su filosofía, distinguiéndolo de otros caminos que, por su atractivo, a veces distraen del propósito genuino de una práctica de crecimiento espiritual.
“El único poder del místico es el poder del amor.
Todo tipo de poder reside en esta cualidad que llamamos por el simple nombre “amor”. Caridad, generosidad, bondad, afecto, persistencia, tolerancia y paciencia; son todos diferentes aspectos de lo mismo, diferentes nombres de la misma cosa: el amor. Aunque digan ‘Dios es amor’, o cualquiera sea el nombre que le den, todos los nombres son los nombres de Dios, y no obstante cada forma de amor, cada nombre para el amor, tiene su propio alcance, su peculiaridad. El amor como bondad es una cosa, el amor como tolerancia es otra, el amor como generosidad es otra, el amor como paciencia es otra; y sin embargo, de principio a fin, es todo amor.
Recuerda entonces que para poder evolucionar en el camino espiritual, el estudio es secundario; el poder de lo oculto y las leyes psíquicas, todos los poderes mágicos, son secundarios. El primer principio, y el más importante, es cultivar la cualidad del corazón.
Uno puede preguntar: ¿cómo cultivar esta cualidad del corazón? Sólo hay una manera: ser desinteresado y generoso con cada paso que uno da en el camino, porque lo que impide cultivar esta cualidad amorosa es pensar siempre en uno mismo. Cuando más pensamos en nosotros mismos, menos pensamos en los demás, y a medida que avanzamos el ego crece y se vuelve un gigante, y al final del camino el gigante es más grande que nuestra intención. Pero si desde el primer paso que damos en el camino de la perfección, luchamos por conquistar este gigante que es el ego, desarrollaremos el poder del amor.
(…)
Existe un dicho hindú: ‘No importa cuántas riquezas tengas, si no tienes la riqueza de la virtud, no sirve para nada’. La verdadera riqueza es la fuente creciente del amor de la que fluyen todas las virtudes.”
De “The bowl of Saki”, citado por Nipun Mehta en su boletín “Service Space”.